«Mi Marido se Negó a Mudarse en el Último Momento y se Quedó con su Madre. No Sé Cómo Manejar Mis Emociones»
Mudarnos a una nueva ciudad se suponía que sería un nuevo comienzo para nuestra familia. A Scott le habían ofrecido una oportunidad laboral fantástica en Madrid, y ambos estuvimos de acuerdo en que era el movimiento correcto para nosotros y nuestra hija, Alba. Pasamos meses planeando, empacando y soñando con nuestra nueva vida. Pero todo cambió en el último momento.
La madre de Scott, Carmen, siempre había sido una parte importante de nuestras vidas. Vivía a solo unas calles de nosotros en nuestro pequeño pueblo en Galicia. Carmen era el tipo de suegra que se presentaba sin avisar, traía galletas caseras y ofrecía consejos no solicitados sobre todo, desde la crianza hasta la decoración del hogar. Aunque su presencia a veces era abrumadora, apreciaba su ayuda, especialmente cuando cuidaba de Alba para que Scott y yo pudiéramos tener un tiempo a solas muy necesario.
A medida que se acercaba el día de la mudanza, Scott se ponía cada vez más ansioso. Empezó a expresar preocupaciones sobre dejar a su madre atrás. «Está envejeciendo,» dijo una noche mientras empacábamos la cocina. «¿Y si nos necesita?»
Intenté tranquilizarlo. «Carmen es fuerte e independiente. Estará bien. Además, podemos visitarla a menudo, y ella puede venir a Madrid cuando quiera.»
Pero la ansiedad de Scott solo crecía. La noche antes de la mudanza, soltó una bomba. «No puedo hacerlo, Laura,» dijo con la voz temblorosa. «No puedo dejar a mamá atrás.»
Me quedé atónita. «¿Qué quieres decir con que no puedes hacerlo? ¡Hemos planeado todo! ¡Los mudanceros vienen mañana!»
«Lo sé,» respondió, mirando al suelo. «Pero no puedo dejarla. Me necesita.»
Sentí una oleada de ira y traición. «¿Y nosotros? ¿Y Alba? ¡Nosotros también te necesitamos!»
Los ojos de Scott estaban llenos de lágrimas. «Lo siento, Laura. Simplemente no puedo.»
A la mañana siguiente, Scott se quedó con Carmen mientras Alba y yo nos mudamos a Madrid solas. El viaje fue largo y lleno de silencio mientras intentaba procesar mis emociones. ¿Cómo pudo hacernos esto? ¿Cómo pudo elegir a su madre sobre su propia familia?
En Madrid, intenté adaptarme a nuestra nueva vida. Encontré un trabajo, inscribí a Alba en una guardería local y comencé a hacer nuevos amigos. Pero cada noche, mientras yacía sola en la cama, el peso de la ausencia de Scott me aplastaba. Lo extrañaba terriblemente, pero también sentía un profundo resentimiento.
Scott llamaba todos los días, pero nuestras conversaciones eran tensas. Preguntaba por Alba y por mi día, pero había una tensión no dicha entre nosotros. No podía quitarme la sensación de que nos había abandonado.
Carmen seguía siendo una presencia en nuestras vidas, aunque desde la distancia. Enviaba paquetes con golosinas caseras y pequeños regalos para Alba. Incluso nos visitó una vez, pero fue incómodo e incómodo. No podía evitar sentir que ella era la razón por la que mi familia estaba destrozada.
Pasaron los meses y el dolor no disminuía. Scott nos visitó algunas veces, pero estaba claro que su corazón seguía en Galicia con su madre. Nuestra relación se volvía más distante con cada día que pasaba.
Una noche, después de acostar a Alba, me senté con una copa de vino y finalmente me permití llorar. La realidad de mi situación me golpeó con fuerza. Scott no iba a volver. Nuestra familia estaba rota.
No sabía cómo seguir adelante. Los sueños que teníamos para nuestro futuro estaban destrozados y me quedé sola para recoger los pedazos. La ira y la tristeza eran abrumadoras y no sabía si podría perdonar a Scott por lo que había hecho.
Mientras estaba sentada en la sala tenuemente iluminada, me di cuenta de que tenía que encontrar una manera de manejar mis emociones por el bien de Alba. Ella necesitaba una madre fuerte que pudiera proporcionar estabilidad y amor, incluso si su padre no estaba allí.
El camino por delante era incierto, pero sabía una cosa con certeza: tenía que seguir adelante, un día a la vez.