«Mantuvimos Nuestra Casa Extra en Secreto. Mi Hermana se Enteró, y Ahora Estoy Atrapada en el Medio»

Aria se sentó en la mesa de la cocina, con las manos temblorosas mientras sostenía su teléfono. Acababa de recibir un mensaje de texto de su hermana, Madeline, que decía: «¿Por qué no me dijiste nada sobre la casa extra? Pensé que lo compartíamos todo.» El corazón de Aria se hundió. Siempre había sido muy cercana a Madeline, pero este secreto tenía el potencial de crear una brecha entre ellas.

Todo comenzó hace un año cuando Aria y su marido, Dylan, decidieron invertir en una segunda propiedad. Encontraron una encantadora casita en las afueras de la ciudad, perfecta para escapadas de fin de semana o como una futura propiedad de alquiler. Dylan estaba decidido a mantener la compra en secreto, temiendo que los familiares pudieran pedir ayuda financiera o sentirse con derecho a usar la casa. Aria aceptó a regañadientes, no queriendo causar fricciones en su matrimonio.

Durante meses, disfrutaron de su escondite secreto, pasando fines de semana tranquilos lejos del bullicio de sus vidas diarias. Pero Aria siempre sentía una punzada de culpa cada vez que hablaba con Madeline. Siempre habían sido tan cercanas, compartiendo todo, desde secretos de la infancia hasta luchas de adultos. Mantener algo tan significativo de ella se sentía mal, pero no quería ir en contra de los deseos de Dylan.

El secreto salió a la luz cuando Madeline estaba ayudando a sus padres a limpiar el desván. Tropezó con algunos papeles viejos que mencionaban la casa extra. Confundida y herida, confrontó a Aria, quien fue tomada por sorpresa y no supo cómo responder.

Ahora, Aria estaba atrapada en el medio, dividida entre su lealtad a su marido y su amor por su hermana. Sabía que tenía que hablar con Dylan al respecto, pero temía la conversación. Esa noche, reunió el valor para mencionarlo.

«Dylan, necesitamos hablar,» dijo, con la voz temblorosa.

«¿Qué pasa?» preguntó él, con una expresión de preocupación.

«Madeline se enteró de la casa extra. Está muy molesta porque no se lo dijimos.»

La expresión de Dylan se endureció. «Te dije que debíamos mantenerlo en secreto. No necesitamos que todos sepan nuestros asuntos.»

«Lo sé, pero es mi hermana. Se siente traicionada, y no sé cómo arreglar esto,» suplicó Aria.

«Bueno, ya es tarde. Lo hecho, hecho está,» dijo Dylan, de manera despectiva.

Aria sintió un nudo en la garganta. Sabía que Dylan tenía razón en cierto modo, pero no podía sacudirse la sensación de que había defraudado a su hermana. Decidió llamar a Madeline e intentar explicarle.

«Madeline, lo siento mucho. No queríamos hacerte daño. Dylan pensó que era mejor mantenerlo en secreto,» dijo Aria, con la voz quebrada.

«Lo entiendo, pero aún duele. Pensé que éramos más cercanas que eso,» respondió Madeline, con un tono frío.

Los días se convirtieron en semanas, y la tensión entre Aria y Madeline solo creció. Las reuniones familiares se volvieron incómodas, con Madeline manteniendo su distancia y Aria sintiéndose como una extraña. Dylan, por otro lado, parecía imperturbable, enfocándose en sus planes futuros para la casa.

Una noche, Aria recibió una llamada de su madre. «Aria, necesitamos hablar sobre Madeline. Ha estado muy deprimida últimamente, y creo que es por toda esta situación de la casa.»

El corazón de Aria se encogió. Sabía que tenía que tomar una decisión, pero sin importar lo que decidiera, alguien saldría herido. Podía apoyar la decisión de su marido y arriesgarse a perder a su hermana, o podía intentar arreglar las cosas con Madeline y potencialmente causar una ruptura en su matrimonio.

Al final, Aria eligió priorizar su matrimonio, esperando que el tiempo sanara las heridas con su hermana. Pero a medida que pasaban los meses, la distancia entre ella y Madeline solo creció. Hablaban con menos frecuencia, y cuando lo hacían, las conversaciones eran tensas y superficiales.

Aria a menudo se encontraba mirando la casa extra, preguntándose si valía la pena el precio que había pagado. El que una vez fue un encantador refugio ahora se sentía como un símbolo de sus relaciones fracturadas. Había esperado que compartir su historia pudiera traer algo de claridad, pero en cambio, solo profundizó su sensación de pérdida.