«Hola, hija, una vez te apoyé, así que debes dejarme entrar»: Padrastro decide ir a los tribunales
Ella siempre había conocido a su padrastro, Vicente, como un hombre de opiniones fuertes y un carácter terco. Al crecer, tuvo una relación complicada con él. Se casó con su madre, Ana, cuando Ella tenía solo diez años. Vicente nunca fue abusivo, pero era estricto y a menudo distante. Proveía para la familia, asegurándose de que Ella tuviera todo lo que necesitaba, pero el calor emocional era algo que rara vez ofrecía.
Pasaron los años, y Ella creció, fue a la universidad y finalmente se mudó para comenzar su propia vida. Se casó con Rogelio, un hombre amable y solidario, y tuvieron dos hijos, Gianna y Eugenio. La relación de Ella con Vicente siguió siendo distante, especialmente después de que su madre falleciera hace cinco años. Se llamaban ocasionalmente, pero no había un verdadero vínculo entre ellos.
Una fría noche de otoño, Ella escuchó un golpe en su puerta. La abrió y encontró a Vicente allí, desaliñado y desesperado. «Hola, hija,» comenzó, su voz temblando ligeramente. «Una vez te apoyé, así que debes dejarme entrar en tu casa, al menos por el amor que tuve por tu madre!»
Ella se quedó atónita. No había visto a Vicente en más de un año, y ahora estaba en su puerta, pidiendo un lugar donde quedarse. «Vicente, yo… no sé qué decir,» tartamudeó. «¿Por qué estás aquí?»
Vicente explicó que había perdido su trabajo y su apartamento. No tenía a dónde ir ni a quién recurrir. Ella sintió una punzada de simpatía pero también una ola de ira. ¿Dónde había estado todos estos años? ¿Por qué nunca había intentado construir una relación real con ella?
«Lo siento, Vicente,» dijo Ella con firmeza. «No puedo dejarte quedarte aquí. Tenemos nuestras propias vidas, y no puedo perturbar la paz de mi familia.»
El rostro de Vicente se endureció. «Ya veo cómo es,» dijo fríamente. «Te apoyé todos esos años, ¿y así es como me lo pagas? Bien. Si no me ayudas, iré a los tribunales y reclamaré mi parte de la herencia.»
Ella se quedó atónita. «¿Herencia? ¿De qué estás hablando?»
«La herencia de tu madre,» respondió Vicente. «Tengo derecho a una parte de ella, y si no me dejas quedarme aquí, me aseguraré de obtener lo que me corresponde.»
Ella sintió un nudo en el estómago. Nunca había esperado esto. Siempre había asumido que lo poco que su madre había dejado era suyo para conservar. Ahora, parecía que Vicente estaba decidido a quitárselo.
Las siguientes semanas fueron un torbellino de batallas legales y agitación emocional. Vicente presentó una demanda, alegando que tenía derecho a una parte de la herencia de Ana. Ella luchó, pero el estrés le pasó factura. No podía dormir, no podía concentrarse en el trabajo, y su relación con Rogelio y los niños comenzó a sufrir.
Al final, el tribunal falló a favor de Vicente. Le otorgaron una parte significativa de la herencia, dejando a Ella sintiéndose traicionada y derrotada. Vicente tomó el dinero y desapareció, dejando a Ella para recoger los pedazos de su vida destrozada.
Ella aprendió una dura lección sobre la familia y la confianza. Se dio cuenta de que a veces, las personas en las que crees que puedes confiar son las que más te lastiman. Juró proteger a su propia familia y nunca dejar que nadie se aprovechara de ella nuevamente.