«Hijo, Ella No Es la Adecuada para Ti. ¿Por Qué Casarte con Ella? Mejor Compremos un Coche. Me Lo Agradecerás Después»
Nora siempre había sido una madre protectora. Su hijo Tomás era su orgullo y alegría, la niña de sus ojos. Lo había criado sola después de que su padre se fuera cuando él era solo un niño pequeño. Tomás lo era todo para ella, y tenía grandes sueños para su futuro. Era inteligente, amable y tenía una carrera prometedora por delante. Nora estaba segura de que él siempre estaría allí para ella, especialmente en su vejez.
Así que cuando Tomás anunció que planeaba casarse con Penélope, Nora se quedó atónita. Nunca le había gustado Penélope. Para Nora, Penélope parecía demasiado independiente, demasiado testaruda y no el tipo de mujer que encajaría en la familia que ella había imaginado para Tomás.
«Mamá, Penélope y yo hemos decidido casarnos. Nos casamos en dos meses,» dijo Tomás una noche durante la cena.
El corazón de Nora se hundió. Había esperado que este día nunca llegara. Siempre había imaginado a Tomás casándose con alguien que fuera más… adecuado. Alguien que entendiera la importancia de las tradiciones y valores familiares.
«Tomás, ¿estás seguro de esto? Penélope no es la adecuada para ti,» dijo Nora, tratando de mantener la calma en su voz.
«Mamá, la amo. Llevamos tres años juntos. Sé que ella es la indicada,» respondió Tomás, con los ojos llenos de determinación.
Nora sintió una oleada de ira y frustración. ¿Cómo podía ser tan ciego? Ella había sacrificado tanto por él, y ahora él lo estaba tirando todo por la borda por una mujer que ni siquiera respetaba sus valores familiares.
«Tomás, escúchame. No necesitas apresurarte en este matrimonio. ¿Por qué no nos tomamos un tiempo para pensarlo? Podríamos comprar un coche nuevo mañana. Siempre has querido ese coche deportivo, ¿verdad? Hagamos eso en su lugar,» sugirió Nora, esperando desviar su atención.
Tomás miró a su madre con incredulidad. «Mamá, esto no se trata de un coche. Se trata de mi futuro con Penélope. Pensé que estarías feliz por mí.»
La frustración de Nora estalló. «¿Feliz? ¿Cómo puedo estar feliz cuando estás cometiendo el mayor error de tu vida? ¡Penélope no es la adecuada para ti! No entiende nuestra familia, nuestros valores. Es demasiado independiente, demasiado testaruda.»
Tomás se levantó de la mesa, con el rostro enrojecido de ira. «Mamá, amo a Penélope, y me voy a casar con ella te guste o no.»
Nora observó cómo su hijo salía furioso de la habitación. Sintió una punzada de culpa pero también una profunda convicción de que tenía razón. No podía permitir que Tomás arruinara su vida.
Durante las semanas siguientes, Nora intentó todo para cambiar la opinión de Tomás. Le habló sobre la importancia de los valores familiares, sobre cómo Penélope no encajaría, e incluso trató de presentarle a otras mujeres que pensaba eran más adecuadas. Pero Tomás se mantuvo firme en su decisión.
El día de la boda llegó, y Nora se encontró sentada sola en su sala de estar, mirando la tarjeta de invitación. No pudo obligarse a asistir a la ceremonia. Se sentía traicionada y con el corazón roto.
Pasaron los meses y las visitas de Tomás se hicieron menos frecuentes. Parecía distante y preocupado cada vez que venía. Los peores temores de Nora se estaban haciendo realidad. Había perdido a su hijo por una mujer que no podía aceptar.
Una noche, Tomás vino a visitarla solo. Parecía cansado y agotado.
«Mamá, necesito hablar contigo,» dijo en voz baja.
El corazón de Nora se aceleró. «¿Qué pasa, Tomás?»
«Penélope y yo estamos teniendo problemas. Estamos pensando en separarnos,» admitió.
Nora sintió una mezcla de alivio y tristeza. Había tenido razón todo el tiempo, pero ¿a qué costo? Había perdido tiempo precioso con su hijo y ahora él estaba sufriendo.
«Tomás, estoy aquí para ti,» dijo suavemente.
Mientras se sentaban juntos en silencio, Nora se dio cuenta de que a veces tener razón no valía el dolor que causaba. Había querido lo mejor para su hijo pero había terminado alejándolo.