El teléfono que lo cambió todo: El impactante viaje de Rebeca hacia la verdad

Rebeca estaba poniendo la mesa para la cena cuando su teléfono sonó, mostrando un número desconocido. Con ansiedad, contestó: «¿Sí?»

«¿Hablo con Rebeca López?» preguntó la voz al otro lado, formal y fría.

«Sí, soy yo,» respondió Rebeca, su corazón comenzó a latir más rápido por el presentimiento.

«Llamo del Hospital Santa María. ¿Es usted familiar de Jacobo López?» continuó la voz, ahora con un tono de compasión.

Rebeca sintió que sus rodillas se debilitaban. «Sí, es mi marido. ¿Qué ha pasado?»

«Ha habido un accidente. Sería mejor que viniera al hospital lo antes posible,» dijo el interlocutor, sin ofrecer más detalles.

Aterrorizada, Rebeca agarró sus llaves y su bolso, olvidándose de la cena que estaba preparando, y condujo lo más rápido que pudo al hospital. El camino parecía interminable, su mente estaba llena de miedo y confusión. ¿Qué tipo de accidente? ¿Qué tan grave era? ¿Por qué Jacobo no había llamado él mismo?

Al llegar al hospital, Rebeca fue dirigida a una pequeña habitación estéril, donde poco después se le unió un médico. La expresión de su rostro la preparó para lo peor.

«Sra. López, su marido ha sido traído con heridas graves de un accidente de tráfico. Me temo que está en estado crítico,» explicó el médico con delicadeza.

Rebeca sintió que su mundo se derrumbaba. Las lágrimas corrían por su rostro mientras pedía verlo. Pero antes de que pudiera levantarse, el médico vaciló, indicando que había algo más.

«Hay algo más que debería saber,» dijo, su voz pesada con reluctancia. «Su marido no estaba solo en el coche. Había una pasajera – una mujer.»

La habitación giró alrededor de Rebeca mientras procesaba las palabras del médico. «¿Una mujer? ¿Quién era?» logró preguntar, aunque no estaba segura de querer conocer la respuesta.

«La hemos identificado como Amanda Verde. Por lo que hemos podido averiguar, ella y su marido eran… cercanos.»

La revelación golpeó a Rebeca como un golpe físico. No solo Jacobo luchaba por su vida, sino que también había estado escondiendo una vida secreta de la que ella no sabía nada. Las palabras del médico se mezclaron en el fondo mientras Rebeca luchaba con sentimientos de traición, ira y tristeza.

En los días siguientes, el estado de Jacobo no mejoró. Rebeca pasaba horas a su lado en la cama, desgarrada entre su amor por él y su sensación de traición. Amanda, que solo había sufrido heridas leves, fue dada de alta del hospital, dejando a Rebeca sola para enfrentar las consecuencias.

Jacobo nunca recuperó la conciencia para explicarse o disculparse. Murió, sin dejar a Rebeca con un entendimiento completo de su doble vida. Se quedó para recoger los pedazos, su corazón pesado con preguntas sin respuesta y el doloroso conocimiento de su infidelidad.

El accidente lo cambió todo. Rebeca corrió al hospital esperando apoyar a su marido en su recuperación física. En su lugar, descubrió una dolorosa verdad que destruyó su confianza y la dejó de luto no solo por el hombre que amaba, sino también por el matrimonio que pensaba que tenían.