«Mamá Vendió la Casa de la Abuela y Nos Llamó para Anunciar Cómo Repartiría el Dinero. Estoy Molesta»
Pilar siempre había atesorado los veranos pasados en la casa de su abuela en el campo. El jardín extenso, el viejo roble con un columpio de neumático y la acogedora cocina donde la abuela horneaba las mejores tartas de manzana estaban grabados en su memoria. Así que, cuando su madre, Victoria, anunció que había vendido la casa de la abuela, Pilar sintió una punzada de tristeza. Pero eso era solo el comienzo.
Victoria había llamado a Pilar y a su hermano, Vicente, a una reunión familiar en su casa en las afueras. Pilar llegó primero, con la mente llena de preguntas. ¿Por qué había vendido mamá la casa sin consultarlos? ¿Qué pasaría con todas las pertenencias de la abuela? Y lo más importante, ¿cómo se dividiría el dinero?
Vicente llegó poco después, luciendo igualmente desconcertado. Intercambiaron miradas preocupadas mientras esperaban a que su madre explicara.
«Gracias a ambos por venir,» comenzó Victoria, con un tono inusualmente formal. «Sé que esto puede ser un shock, pero vendí la casa de la abuela el mes pasado.»
El corazón de Pilar se hundió. Esperaba que solo fuera un rumor o un malentendido. «¿Por qué no nos lo dijiste?» preguntó, tratando de mantener su voz firme.
«No quería cargaros con los detalles,» respondió Victoria. «La casa era demasiado para mí mantenerla, y pensé que era mejor venderla mientras aún tenía valor.»
Vicente asintió lentamente, pero Pilar pudo ver la decepción en sus ojos. «Entonces, ¿qué pasa ahora?» preguntó.
Victoria respiró hondo. «He decidido dividir el dinero entre los tres. Pero también he tomado algunas decisiones sobre cómo se utilizará.»
El estómago de Pilar se revolvió. Tenía la sensación de que no le iba a gustar lo que venía a continuación.
«He asignado una parte del dinero para mi fondo de jubilación,» continuó Victoria. «Vicente, he reservado algo para tus préstamos estudiantiles y tu futura educación. Y Pilar, he decidido darte una parte menor porque creo que no necesitas tanto apoyo financiero.»
Pilar sintió una oleada de ira. «¿Qué quieres decir con que no necesito tanto apoyo? Solo porque tengo un trabajo estable no significa que no tenga metas o necesidades financieras.»
Victoria suspiró. «Pilar, siempre has sido independiente y resolutiva. Sé que estarás bien sin tanta ayuda.»
Pilar no podía creer lo que estaba escuchando. Se sentía como una bofetada en la cara. «Esto no es justo,» dijo, con la voz temblorosa. «La casa de la abuela significaba mucho para todos nosotros, y ahora estás usando el dinero para jugar a los favoritos.»
Vicente parecía incómodo pero no dijo nada. Pilar sintió una sensación de traición tanto por parte de su madre como de su hermano.
«Entiendo que estés molesta,» dijo Victoria con calma. «Pero esta es mi decisión, y es definitiva.»
Pilar se levantó, incapaz de contener su frustración por más tiempo. «No puedo creer que hayas hecho esto sin siquiera hablar con nosotros primero,» dijo, con lágrimas en los ojos. «La abuela estaría tan decepcionada.»
Con eso, salió furiosa de la casa, dejando a Vicente y Victoria en un silencio atónito.
Mientras conducía a casa, Pilar no podía sacudirse el sentimiento de injusticia. Los recuerdos de la casa de la abuela ahora estaban manchados por la decisión unilateral de su madre y la injusta distribución del dinero. Sabía que nunca volvería a ver a su familia de la misma manera.