«¿Debería permitirse a una exsuegra visitar a su nieta?»: Una cuestión de lealtad

Gianna siempre había mantenido una relación cordial con su exsuegra, Carmen, incluso después de su tumultuoso divorcio de Jorge. Cuando Carmen expresó su deseo de visitar a Lucía en su segundo cumpleaños, Gianna no vio razón para negarse. Después de todo, Jorge se había alejado, apenas haciendo esfuerzos por conectar con su hija, mientras que Carmen continuaba mostrando amor y apoyo.

La mañana del cumpleaños de Lucía, Carmen llegó con los brazos llenos de regalos: un oso de peluche, un conjunto de libros de cuentos coloridos y un pequeño sobre con dinero para la cuenta de ahorros de Lucía. El día estaba fresco y brillante, perfecto para un paseo, así que Gianna, Lucía y Carmen se dirigieron al parque local.

Mientras caminaban, Carmen hablaba de los viejos tiempos, recordando su tiempo con Lucía cuando era bebé y lo rápido que había pasado el tiempo. Gianna escuchaba, asintiendo cortésmente, aunque no podía evitar sentir un pellizco de resentimiento por la ausencia de Jorge. Regresaron a casa a última hora de la tarde, y fue entonces cuando el ambiente cambió.

Mientras Lucía jugaba con sus nuevos juguetes en la sala de estar, el comportamiento de Carmen cambió mientras ayudaba a Gianna a preparar algunos bocadillos en la cocina. La conversación se volvió hacia Jorge, y Carmen comenzó a criticar a Gianna por la forma en que había manejado el divorcio. «Sabes, Gianna, quizás Jorge habría estado más presente si no hubieras sido tan rígida con el acuerdo de custodia», comentó Carmen, con un tono agudo.

Gianna se sorprendió. «Carmen, siempre he animado a Jorge a pasar tiempo con Lucía. Él es quien no aparece incluso cuando dice que lo hará.»

Carmen negó con la cabeza, «Podrías haber sido más flexible. Una niña necesita a su padre.»

La acusación dolió, y Gianna sintió que su temperamento se elevaba. «¿Estás diciendo que esto es mi culpa? ¿Que yo soy la razón por la que Jorge ni siquiera recuerda el cumpleaños de su hija?»

La habitación se tensó, y el calor anterior se evaporó. Carmen suspiró, «Solo pienso que las cosas podrían haber sido diferentes, eso es todo.»

La voz de Gianna era firme, «He hecho todo lo posible para facilitar su relación. El desinterés de Jorge no es algo que yo pueda controlar.»

La conversación terminó abruptamente cuando Carmen decidió que era hora de irse. La visita que había comenzado con risas y recuerdos compartidos terminó en una despedida fría. Después de que Carmen se fue, Gianna se sentó, sintiendo una mezcla de enojo y tristeza. Esperaba que, a pesar del divorcio, todavía pudieran funcionar como una familia por el bien de Lucía. Pero las palabras de Carmen resonaban en su mente, sembrando dudas sobre sus decisiones.

Al caer la noche, Gianna acostó a Lucía en la cama, la alegría del día ensombrecida por las secuelas de la tarde. Sabía que, de ahora en adelante, las cosas serían diferentes. La visita de Carmen había abierto viejas heridas que no habían cicatrizado completamente, y Gianna se dio cuenta de que equilibrar estas complejas dinámicas familiares iba a ser más desafiante de lo que había anticipado.