«Pensaba que su hija estaba en la playa recuperándose»: Resultó que pasó el verano en un modesto terreno
Jorge siempre había imaginado un verano brillante y sin preocupaciones para su hija, Victoria. Después de un año agotador lleno de desafíos académicos y problemas de salud, creía que un cambio de ambiente le haría bien. Cuando Victoria le dijo que planeaba pasar su verano en un retiro junto al mar en Málaga, Jorge sintió un alivio inmenso. Se la imaginaba tomando el sol, la brisa marina ayudándola a recuperarse y recuperar sus fuerzas. Sin embargo, la realidad era muy diferente.
Victoria, una joven de 19 años ingeniosa pero reservada, tenía otros planes. De hecho, había encontrado un lugar para pasar el verano, pero estaba lejos del idílico entorno de playa que su padre tenía en mente. En lugar de eso, había comprado un pequeño y deteriorado terreno en la zona rural de Galicia por 200 euros en una venta de liquidación local. El terreno estaba lleno de maleza y la pequeña cabaña en él era apenas habitable. Pero para Victoria, representaba un proyecto; un desafío que estaba ansiosa por enfrentar por su cuenta.
Siempre había sido independiente, una cualidad que Jorge admiraba. Sin embargo, esta vez, su independencia la llevó a un verano que estaba lejos de ser restaurador. Con fondos limitados y una terca negativa a pedir ayuda, Victoria se propuso arreglar la cabaña usando herramientas viejas y materiales recuperados. Pasaba sus días despejando el terreno y sus noches en una hamaca, espantando mosquitos y luchando por mantenerse fresca en el húmedo calor gallego.
De vuelta en casa, Jorge permanecía ajeno a las verdaderas circunstancias de Victoria. Ella le llamaba semanalmente, su voz alegre, relatando días pasados en la playa y noches disfrutando de la cocina local. El corazón de Jorge se llenaba de alegría al escuchar sus historias, creyendo que su hija estaba viviendo su mejor verano.
Al acercarse el final del verano, Jorge decidió sorprender a Victoria con una visita. Condujo hasta Málaga, solo para descubrir por la dirección que ella le había dado que tal lugar no existía. Confundido y preocupado, la llamó, insistiendo en conocer su verdadera ubicación. A regañadientes, Victoria le dio las direcciones de su verdadero retiro de verano.
El viaje a la zona rural de Galicia fue largo y lleno de un creciente sentimiento de temor. Cuando Jorge finalmente llegó, su corazón se hundió. La vista de la cabaña en ruinas y su hija, luciendo más delgada y desgastada de lo que jamás la había visto, fue un golpe al estómago. La propiedad estaba aislada, el vecino más cercano a kilómetros de distancia, y la supuesta playa era una orilla fangosa a lo largo de un arroyo de movimiento lento.
«¿Por qué, Victoria?» preguntó Jorge, su voz una mezcla de ira y preocupación.
«Quería demostrar que podía hacerlo por mi cuenta», respondió ella, su voz apenas audible. «Pensé que podía manejarlo.»
La realización de que su hija había pasado lo que se suponía que era un verano recuperativo en condiciones tan duras fue demasiado para Jorge. Se sintió traicionado por las mentiras, pero más abrumadoramente, se sintió culpable por no haber visto a través de ellas. Pasaron los últimos días del verano juntos, Jorge ayudando a limpiar el lugar lo mejor que pudieron antes de conducir de regreso a casa.
El viaje de regreso fue silencioso, cada uno perdido en sus pensamientos. Victoria había aprendido una dura lección sobre sus límites, y Jorge sobre las complejidades de la confianza y la independencia dentro de su relación. El verano había terminado, no con el cierre restaurador que Jorge había esperado, sino con un pesado silencio que prometía perdurar.