Dejé que Extraños se Mudaran a la Casa Derruida de mi Tía, la Transformaron, Ahora mi Hermana Quiere Echarlos por su Propio Beneficio
Hace algún tiempo, heredé una vieja casa de mi tía, situada en un pequeño pueblo a unos 80 kilómetros de Chicago. El viaje hasta allí era bastante complicado, ya que el pueblo no estaba directamente accesible por transporte público, sino solo por unos pocos servicios de lanzadera diarios. Alejado del bullicio de la vida en la ciudad, tomé una decisión que pronto se descontrolaría.